El telégrafo óptico tuvo un desarrollo tardío en España, de forma que se instaló a mediados del siglo XIX. Las turbulencias, el estado de guerra civil casi permanente y el bandolerismo endémico llevaron a que las estaciones repetidoras estuviesen fortificadas, siendo en realidad pequeños fortines. La de la Atalaya es la estación nº 8 de la línea Madrid-Valencia, que funcionó entre 1850 y 1855. Su ruina se ha producido hace unos cinco años, ya que hasta entonces se mantenían en pie sus paredes. Hoy está derrumbada casi completamente.
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